Por Michèle Fitoussi  11/05/2012
Traducción por Luis Alfonso Paláu. Medellín, enero 17 de 2013.

Es una fortuna y una felicidad encontrar a Michel Serres, “viejo del neolítico” como a él le gusta definirse burlándose de sí mismo, en momentos en que a sus 81 años sigue siendo un eterno hombre joven, lleno de humor, inteligencia y generosidad. Profesor en Stanford University, miembro de la Academia francesa, matemático, filósofo y “friki” de vanguardia, presto a compartir siempre su saber y su pensamiento poniéndose con simplicidad en tus zapatos. Humanista, tiene sobre la humanidad una mirada visionaria de la que testimonia su ultimo ensayo, “Pulgarcita” (ed. du Pommier) consagrado con ternura a una juventud a la que la revolución tecnológica y las mutaciones del mundo le obligan a reinventarlo todo. Y es él el que comienza la entrevista con una oda a ELLE.

MS ¡Yo tenía 15 años cuando su revista nació! Mis compañeritas, que se consagraron a ella inmediatamente, fueron educadas en la higiene gracias a ELLE. Por ejemplo, aprendieron a cambiarse la ropa interior todos los días… No olvide que ¡estábamos saliendo de la guerra! Ellas me decían: « Michel, ¡no podemos seguir estando mugrosas! » En el Liceo donde yo estaba interno, solo se tenía derecho a ducharse una vez al mes, y había que dársela antes de la 5 de la mañana, ¡mientras que jugábamos todos los días rugby, o basket! ELLE pasterizó a los franceses gracias a las francesas.

ELLE Lo que nos lleva a la primera pregunta: ¿el femenino de Pulgarcita es a propósito?


MS : Absolutamente. Docente en la educación superior desde hace cuarenta años, ¡he asistido a la Victoria de las mujeres! Estadísticamente mis estudiantes han sido siempre más serias, más profesionales, más aplicadas que mis estudiantes. Hemos visto crecer su número y cambiar su densidad. Hay oficios que mañana serán su propiedad exclusiva: derecho, medicina, cultura. ¡Ay de mí! aún no se han instalado en las esferas del poder… Soy un feminista de larga data y absolutamente decidido; a menudo se me ocurre comenzar cuando dicto conferencias en las empresas: “Buenos días señores talibanes”, y continuar “que se levanten las mujeres”. En general son ¡3 en 300! Entonces mi Pulgarcita, que es una mujer por todas estas razones, representa la generación que conocí, a la que he enseñado, las jóvenes que tienen hoy entre 17 y 35 años, y que utilizan sus pulgares para enviar sus SMS y teclear sus smartphones.


ELLE ¿ Qué tiene ella de particular ?


MS : Esta generación viene después de todas las transformaciones del siglo veinte: el final de la agricultura, los progresos de la medicina, el aumento en la esperanza de vida, la ausencia de guerra en Occidente desde hace 65 años, el crecimiento de la población. Cuando yo nací había dos mil millones de habitantes; en la actualidad hay 7 mil millones y medio. No hay existencia humana, desde que el hombre apareció, en el que la población mundial haya duplicado dos veces en lo que dura una vida.


ELLE. En lo íntimo también, todo ha cambiado dice Ud.: la relación con el cuerpo, el matrimonio...


MS. Las gentes creían que uno se desnudaba en la playa ¡por razones sexuales o por encanto! Uno lo hace cuando puede mostrar su cuerpo. Se remonta a después de la segunda guerra mundial, ¡no antes! ¿Ud. sabe por qué los nobles en el siglo XVI se pusieron a llevar gorguera? Para disimular los bubones que supuraban en sus cuellos con la aparición de la viruela y de la sífilis. El traje estaba hecho para ocultar. Cuando nuestros antepasados se casaban, se juraban fidelidad por 10 años puesto que su esperanza de vida sólo era de 30 años. En la actualidad, si dos estudiantes se casan ¡se juran fidelidad 
por 65 años! No se trata del mismo matrimonio… todas estas transformaciones hacen que mi Pulgarcita sea el producto de un mundo en mutación. Y con las nuevas tecnologías, que son un paso absolutamente decisivo, no tiene ya la misma relación con lo otros.

ELLE. Las nuevas tecnologías son, según Ud., una revolución fundamental.


MS. Hasta el siglo Vº antes de Jesucristo la transmisión de los saberes se hacía por medio de la palabra. Desde que se inventó la escritura todo cambia: el derecho, la ciencia, la religión, las ciencias, la pedagogía… En el Renacimiento, todo cambia de la misma manera con la invención de la imprenta. En la actualidad asistimos efectivamente a una tercera revolución, con la aparición de la informática. La divisa de Pulgarcita es “ahora <maintenant>, tengo en la mano <main tenant> el mundo”. Todo su saber está en un teléfono inteligente. Con su GPS tiene a la mano todos los lugares del mundo, con Wikipédia, todo el conocimiento del mundo, con sus números de teléfono todos sus corresponsales en el mundo, donde estén y desde donde ella esté. Lo conectivo reemplaza lo colectivo, produce comunidades, asociaciones, maneras de estar juntos que eran imprevisibles antes. Pulgarcita tiene la inmediatez y una experiencia del tiempo presente que nunca nadie había tenido antes. Los viejos gruñones que la critican se refieren a un período en el que se tenía del tiempo y del instante una idea completamente distinta… son ellos también los que han hecho de ella lo que es.


ELLE. Lo que cambia es la manera como se le transmite el saber…


MS. Imagínese que Ud. es profe, y que Ud. entra a un salón para dictar su clase… Puede estar seguro que la mitad de los asistentes se ha informado sobre el tema consultando Wikipédia, y que la mayor parte de sus estudiantes sabrán tanto como Ud. Esto trastrueca completamente la enseñanza. Para hablar en términos de oferta y demanda como en el lenguaje del comercio, hasta la Internet, el saber se proponía únicamente desde el punto de vista de la oferta, la del profesor. Nadie se interesaba por la demanda. Mi libro tiene en cuenta el punto de vista de la demanda, es decir de Pulgarcita y del mundo en el que ella vive.


ELLE. Si Ud. tuviera el poder de reformar la educación ¿qué haría?


MS. Puedo ver lúcidamente el estado de las cosas, pero lo que es más difícil es decir el qué hacer. Todas nuestras instituciones han sido creadas en un mundo que ya no existe. Nuestras políticas también. La campaña electoral, lo he dicho, ha sido una campaña de prostáticos. Estamos en una grieta, Ud. y yo. ¿Qué va a asomarse del otro lado? No sé nada. ¿Acaso llegaré a saberlo antes de mi muerte? Reflexiono intensamente sobre ello. 


ELLE. La emergencia de Pulgarcita, ¿es una buena o mala noticia?


MS. Es una noticia. Es LA noticia. No hay otra. No conozco generación que haya tenido tantas novedades de golpe y porrazo. Esta diferencia es única en la historia. Y sin embargo casi nadie la ve ni la piensa. Los padres que son fueteados por ello, no comprenden. La mayor parte de los educadores tampoco. Pero los muchachos más lúcidos sí se dan cuenta. Para ellos, mañana está ya por todas partes.


ELLE. A esta generación se la llama comúnmente Y. ¿Está Ud. de acuerdo?


MS. Me parece esa denominación artificial; es una categoría mercantil, para facilitar las ventas. Lo que si es seguro es el sufrimiento de esta generación. El problema del desempleo se va a plantear de manera estructural; el reacondicionamiento de la sociedad es urgente y no se sabe como operarlo. A estos muchachos no les ha tocado la vida fácil. Les dio sida luego de la liberación sexual; tienen desempleo, dificultad para alojarse, para entrar en la vida. Y los adultos son frecuentemente muy mierdas con ellos.


ELLE. Y Pulgarcita vive también en un mundo cada vez más complejo.


MS. La complejidad acompañó el nacimiento del individuo. Las antiguas sociedades eran sociedades de pertenencia. Hoy reivindicamos todos nuestras diferencias, pero esto convierte a nuestras sociedades en muy difíciles de administrar, sobre todo con instituciones, política o una definición de ciudadanía, que son completamente obsoletas. Para dividir la complejidad, se requiere utilizar nuevas tecnologías… Y volvernos así cada vez más autónomos.


ELLE. Pero a pesar de todo ¡todavía tenemos necesidad de reglas y de leyes! Uno no puede contentarse con vivir solo en su rincón, con sus maquinitas...


MS. De lo que más necesidad tenemos es de la presencia corporal del otro: marido, mujer, padres, hijos, amigos, vecinos… Siempre han existido zonas de no-derecho. En la Edad Media los bosques estaban poblados de bandidos. La policía no entraba allá como no lo hace en algunas comunas hoy. Ahora bien, esas zonas estaban federadas por Robines Hood, que dictaban las reglas, allí donde en apariencia no las había. El derecho nació siempre en los lugares de no-derecho. Internet es un lugar de no-derecho. No se le puede aplicar el derecho consuetudinario al que estamos habituados. Puede ponerle todas las reglas que quiera, eso no va a marchar. Habrá siempre piratas… Pero de ahí, como en otras ocasiones, nacerá otro derecho. Pulgarcita lo inventará quizás. Trataré de ayudarla.


ELLE. Otro tema de inquietud: el relativo fracaso de las primaveras árabes, el ascenso de los integrismos religiosos…


MS. La primavera árabe precisamente la han hecho los jóvenes con sus aparatitos… Pero ellos están como yo hoy: han visto lo que se requiere cambiar, pero no tienen la construcción posible para hacerlo. Frente a ellos sólo queda la reacción integrista. A largo plazo esto cambiará forzosamente, pues para mí el integrismo es siempre la retaguardia de un ejército.


ELLE. Cuando lo escuchamos, uno se dice que finalmente nuestro mundo no va tan mal. Ud. da razones para esperar.


MS. Digamos que siempre he tenido la oportunidad de encontrarme en el lugar apropiado, donde ocurría lo nuevo. Matemático, descubrí las nuevas matemáticas y la teoría de la información. Biólogo, fui amigo de François Jacob y de Jacques Monod, los premios Nobel de medicina de 1965. Actualmente enseño en California y vivía en Silicon Valley en momentos en que mis estudiantes se volvieron multimillonarios. Lo que no les impidió fracasar luego. He seguido con entusiasmo los  movimientos más importantes de las renovaciones de nuestro tiempo. Esta oportunidad me ha dado una suerte de alegría por las novedades. Pero evidentemente no se trata de que todo lo que hay es bueno; todo va a pagarse aquí o allá; la violencia sigue estando ahí, el infortunio también. Lo que se llama la crisis hoy –pues no hay una sino muchas– es el producto de todas las transformaciones que he descrito. Es simplemente una especie de alerta. Hay motivos para estar atemorizado, no estoy diciendo lo contrario. Pero encuentro que bien vale la pena verla lúcidamente en vez de darle la espalda. No soy un optimista beato sino un optimista combativo; estoy de lado de los muchachos.


ELLE. ¿Cuál es su palabra preferida en francés?


MS. Sembrar. Es lo que siempre he hecho con mis estudiantes.


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